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Te Amo

Poema de Mitchel Garcia

Te Amo.

Fuiste la inspiración que me llevó a ser un artista
la musa de la que otros suelen enamorarse
la que corregía mis defectos futuros con charlas
en las que Héctor acostumbraba a callarse.

No tengo más que solo agradecerte
porque se me hace imposible pagarte
lo que me has dado es tan valioso
¡ojala no pienses cobrarme!

Recuerdo que cuando niño
Héctor y tú me dieron un tomate
resultó ser un rojo pimentón
pero no llegue a percatarme.

Después de todo se parecía tanto
que lo mordí al instante
yo comencé a llorar como el niño ñongo que era
y ustedes escaparon antes de que pudiera acusarles.

Otro día en la muy temprano
escuché la voz de mi hermana
que entre empujones me decía
levántate de la cama.

Cuando ya me había vestido
morral y pimpina terciada
no pudo contenerse más
y soltó esa carcajada.

¡¡¡¡ja ja ja!!!!- se reía-
de manera descontrolada
las lágrimas se le salían
pero yo no sabía nada.

Pues no eran ni las doce
la noche joven estaba
pero verme dormido en la puerta
era lo que más gracia le daba.

Así era mi hermanita
a quien yo quiero tanto
ya será en otra ocasión
en la que les siga contando...

Continuará...

 

Maturín, 11 de octubre de 2010.  Por Mitchel José

Respuesta a este mensaje. Por yelitza Garcia.

**** Usted debe ser poeta, negrito,

lo digo no solo por su mensaje,

sino porque en su sentir,

describe con palabras cantadas

experiencias, de vidas que fueron ayer

un sin fin de aventuras, risas y multicolores

de niños que en su corazón guardaban

la inocencia de angelitos, que hoy son añoradas.

Los recuerdos de la infancia, llegan a veces

como imágenes lejanas, pero, que te hacen

viajar por instantes a remotos lugares,

por la sencillez, por el corazón tum-tum-tum,

de tanto correr, y saltar tras mariposas del campo...

Tiempos aquellos, se pueden repetir.... si ahora después de grandes,

caminamos descalzos, y brincando dando piruetas, dejamos que el viento se entremezcle en nuestros cabellos,

y si cae la lluvia, dejar olvidado el paraguas... mojarnos sin pensar en el resfriado.. y cuando la noche llegue, mirar por la ventana a los cocuyos que compiten con las luciérnagas, a darle brillo a la oscuridad espesa.

Y en un tierno suspirar, decir: -Dios; gracias por ese cielo lleno de estrellas y su excelsa belleza!

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